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Monasterio de Sant Cristòfol
Ibiza

Monasterio de Sant Cristòfol

El monasterio de San Cristóbal de Ibiza es, con mucha diferencia, la más antigua de las instituciones insulares vigentes.

Su fundación se remonta al 16 de septiembre del año 1599, cuando cuatro devotas mujeres de la villa comenzaron vida comunitaria con la intención de fundar un cenobio. Eran tiempos de efervescencia religiosa y de deseos de reforma en la Iglesia, propiciada por el concilio de Trento, por lo que muy pronto se les agregaron otras dos aspirantes. El “beaterio” fue posible gracias a la magnanimidad del entonces Vicario General, Antonio Andreu, quien hizo donación de todos sus bienes y heredad y pasó a ser capellán y confesor del mismo. Antes había permutado su casa por la del presbítero Andrés Jover, situada en la Vila Mitjana, más adecuada para instalar el monasterio. A este legado se sumó la fortuna de una de las fundadoras, la viuda Catalina Aimeric. Para asegurar su futuro, la Universidad, órgano de gobierno local, concedió como limosna perpetua un dinero por cada modín de sal exportado.

No había transcurrido un año cuando comenzaron las gestiones para dar forma a la nueva comunidad, siguiendo las directrices del mencionado concilio. Fallaron los primeros intentos de tres monjas clarisas de la ciudad de Tarragona, a cuyo obispado pertenecían las Pitiusas, por lo que, conseguido el permiso del obispo de Mallorca, vinieron tres monjas profesas del monasterio de Santa Magdalena de la ciudad de Palma. Desembarcaron el 7 de junio de 1600 y fueron recibidas por las autoridades y el pueblo con gran solemnidad y regocijo. Se inició así la enseñanza de la “Regla” de San Agustín, basada en tres principios fundamentales: el amor, la oración y la vida litúrgica como actividades centrales y la vida en comunidad (en pobreza, obediencia y castidad). El éxito de la empresa no puede ponerse en duda. Durante el primer año de vida canonical agustiniana ingresaron trece novicias.

En años sucesivos no dejaron de entrar gran cantidad de mujeres, de todas las condiciones sociales. Más costoso y difícil, por la penuria de los tiempos y la escasez de recursos, fue adecuar las viejas casas a la vida monástica. Se comenzó la construcción de la iglesia y otras dependencias, empresa que duró largos años. Aquel edificio del siglo XVII fue demolido en 1961, reconstruyéndose en su forma actual durante las décadas siguientes. Se conservan, no obstante, en el interior del moderno inmueble muchos de los objetos histórico-artísticos que se han ido acumulando a lo largo de los más de cuatrocientos años de historia de la casa. Dentro de la iglesia, cabe destacar el retablo mayor, obra de 1685 en madera tallada, dorada y policromada del afamado artista barcelonés Pere Serra. Está dedicado a San Cristóbal, cuya imagen ocupa el nicho central; a su derecha e izquierda se encuentran, respectivamente, las figuras de San Andrés y San Agustín; en la fornícula superior se halla la imagen de San José. Otros bajorrelieves menores completan el programa iconográfico: en la predela, dos medallones con santas de la orden canonical, entre San Vicente Ferrer, San Juan Bautista, San Francisco de Asís y San Antonio Abad; a ambos lados del sagrario-expositor, los sumos sacerdotes Aarón y Melquisedec; en el cuerpo superior, dos medallones de santas monjas y ángeles.

Merecen también mención los dos lienzos del siglo XVII colgados a ambos lados del presbiterio, dedicados a la Pasión de Cristo (Crucifixión y Descendimiento), seguramente de procedencia italiana; así como el cuadro de San Roque, San Pedro y Santa Catalina mártir, obra de escuela valenciana, también del siglo XVII. De un retablo de estética rococó (s. XVIII) perteneciente a una capilla lateral del antiguo templo, actualmente en la iglesia parroquial de Sant Francesc Xavier (Formentera), es la talla de la piedad. Finalmente, debe mencionarse la pila de agua bendita, fina pieza barroca genovesa.

Contenido cedido por Ibiza.travel


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